viernes, 4 de enero de 2013

Una libreta en blanco

Durante su última visita, mi hermana me ha regalado una bonita libreta de tapas de cuero cosido a mano con unas pocas hojas de papel reciclado en su interior. Me ha dicho que se lo compró a un hippie alemán muy guapo y que, cuando la vio, supo que tenía que ser para mí (no sé si por la libreta o por el hippie). La verdad es, como ya muchos sabéis, todo lo que lleve cuero me encanta, pero ahora me surge el problema de con qué llenarla.

Alguien me ha sugerido por ahí que escriba mis fantasías no eróticas, pero me temo que yo de eso no tengo. También había pensado utilizarla como "libreta de vomitar pensamientos", o como un adolescente diría, "diario". Lo que pasa es que a mis 29 años casi que me da vergüenza volver a esas costumbres...

Debo decir que una de las cosas que siempre he querido hacer es escribir un libro; nada pretencioso ni digno de publicar, solo un manuscrito del que poder hacer un par de copias y dejar alguna en cualquier biblioteca para que, cuando me vaya, al menos quede ese pedacito de mí. El problema es que soy incapaz de hacerlo.

Cuando era chiquitica y apenas sí sabía escribir empecé a escribir un libro de aventuras policíacas en las que un investigador español con nombre francés vivía un sinfín de aventuras en tierras ibéricas, todo ello influenciado por unos libros que tenía de 5 hermanos que se dedicaban a investigar cosas parecidas y a los de "Los tres investigadores", colección que atesoré durante muchos años y que leí hasta desgastar las páginas. Pero pronto me cansé de mi investigador porque era mucho más divertido jugar a las barbies.

Ahora, años después, cuando pienso en retomar la idea del libro me siento un poco triste porque en realidad no tengo ninguna historia que contar. Me encanta leer y escribir, e incluso tuve mi época poetisa en que íbamos a la radio a leer nuestros poemas y hasta quedé finalista o semifinalista en un concurso nacional cuyo nombre no recuerdo, pero en lo que a un relato largo se refiere... Que no.

Así que nada. De momento esta idea sigue en el cajón de "cosas que hacer antes de morir y para las que necesito inspiración", entre las que se incluyen saltar en paracaídas, casarme en las Vegas vestida de Khaleesi (esa es bastante más reciente), viajar con "esa" persona a Nueva York y darle un beso al atardecer en el puente de Brooklyn o, por qué no, tener hijos.

Los árboles ya los planté, pero me temo que murieron. Espero que eso no sea ningún vaticinio.

jueves, 3 de enero de 2013

A los que sois padres

A los que sois padres:

Si alguna vez veis que vuestros hijos están pasando por un mal momento de sus vidas, sea de la índole o por el motivo que sea, en lugar de recordarles todo lo negativo y, como vulgarmente se dice, hacer leña del árbol caído, recordadles lo orgullosos que estáis de que hayan llegado por sí mismos hasta donde quiera que estén y felicitadles por seguir al pie del cañón y haber obtenido lo poco o mucho que tengan. Recordad que ser padres no os da la razón absoluta en todo, que también vosotros podéis equivocaros, y que si vosotros veis 3 cosas malas vuestros hijos probablemente vean otras 8 más que no os han querido mostrar. Sed benevolentes y cariñosos, porque a veces un abrazo ayuda mucho más que todos los consejos y llamadas de atención que se os ocurran.

De nada.